Diferentes formas de aprender

En 2020 finalicé mi master y debo decir, me dejó exhausta. Pero ¿saben? Me encanta aprender. Así que me he dedicado a explorar formas de aprender, ya que la profesión de la psicología es tan compleja que requerimos estar en constante adquisición de competencias, más allá de lo formal.

Es por ello que entre esas formas de aprender, este 2023, ahora que en Costa Rica volvimos a los congresos presenciales, he aprovechado el tiempo perdido y ya asistí a tres y acá va el por qué constantemente recomiendo a mis estudiantes asistir a estos espacios de formación:

  1. Se va por voluntad, nadie te obliga. En lo personal me fascinan.
  2. No hay que hacer tareas, trabajos, no te van a calificar, en el ambiente se siente el amor por aprender.
  3. Se puede escuchar diversos puntos de vista nacionales e internacionales y uno «agarra para su saquito» lo que le funciona.
  4. No hay que casarse con enfoques, yo voy a congresos ojalá distinto a lo que hago diariamente, justo para re aprender a aprender y aprender a cambiar.
  5. Es un encuentro intergeneracional de códigos de tres dígitos hasta los de cinco dígitos (yo estoy en medio con cuatro).
  6. Ahora no lo hago, pero cuando estaba en mi búsqueda laboral, hacía mucho networking, hablaba con los colegas, compartía mis datos, ahora se les puede seguir en redes como Linkedin y lo virtual hace que se pueda seguir conectando a la distancia.
  7. Los congresos de psicología suelen tener talleres vivenciales-experienciales; excelentes formas de autocuidado, a través de la gestalt, arteterapia, psicodrama, etc.

Mensajes claves de los tres a los que he ido:

Congreso de la Red Latinoamericana de Escuelas Sistémicas: Es mi enfoque predilecto, así que escuchar colegas hablar en mi mismo idioma, fue energizante. Aunado al foco social y político que siempre surge cuando releemos autores europeos y los «tropicalizamos».

Jornada de Logoterapia y Análisis Existencial: Viktor Frankl es de mis autores favoritos, si libro debería ser mandatorio. Ahora en un mundo donde tantas personas pierden la esperanza, la dimensión espiritual (que no es lo mismo que religioso) viene a darnos una manera distinta de intervenir. No todos los pacientes funcionan con neurociencia y debates socráticos, no se puede ser tan «frío».

Curso de Trauma Complejo y Disociación Infantil: Por primera vez escuché a una colega decir «la psicología en emergencias no sirve» (yo aclararía, la psicoterapia es la que no sirve; por eso es que hay una rama llamada psicología en emergencias) y escuchar varias veces que el arte es estratégico, que el mindfulness y yoga generan cambios neurofisiológicos y que en este mundo de tanta violencia quienes trabajamos en trauma somos poquitos, pero intensos, me motivó mucho.

El congreso que me falta es virtual, pero si conocen de cursos y congresos porfa me comparten para socializar y de veras, mi yo académico ama estos espacios.

Lo que no se dice, no existe: Lo que se siente desde la transparencia y humanidad

Hace meses atrás pensé en escribir esto, pero no me sentía preparada. Siguiendo la tradición de honrar fechas y aniversarios, estos días he estado escuchando que cumplimos 1 año desde que comenzó en Costa Rica la emergencia sanitaria por COVID 19 y creo que justo este es el momento idóneo para escribir esto. Lo que no se dice no existe, y peor aún, podría olvidarse o pensar que no sucedió.

Soy psicóloga, pero también persona, y quienes me conocen saben no puedo evitar reflexionar sobre lo que me sucede a mí, a quienes atiendo, a mis amistades que leo por whatsapp y escucho en conversaciones. Una vez me dijeron que era como ser investigadora social desde la acción-participación.

En este año, desde las bases fisiológicas y quienes trabajamos en emergencias, podemos explicar de forma concreta qué ha sucedido. Nuestro cuerpo se puso en estado de alerta ante la declaratoria de emergencia y quizás muchas personas al comienzo sintieron miedo exacerbado, ansiedad, alteraciones del sueño, ideas obsesivas con la pandemia, temor a los otros, es decir, un estado de alerta listo para defendernos y protegernos. Con el pasar de los meses, muchos se agotaron, otros se adaptaron, otros lo negaron. En este momento en nuestro país podríamos decir estamos en un buen momento y con esperanza: un proceso de vacunación en camino, descenso de casos y apertura a la casi vuelta a la normalidad.

Sin embargo, lo que no se habla no existe. Y a pesar de estar bombardeados de información en redes y medios de comunicación sobre la pandemia e incluso, recomendaciones y consejos sobre salud mental, creo que sigue faltando esa transparencia y humanidad al relatar lo acontecido desde el interior y la experiencia personal de cada uno.

En este año, como profesional en salud mental he escuchado cientos de personas y casi todas en un punto u otro han experimentado quizás un pequeño episodio o varios de «sentirse fuera de control», «de llorar sin razón», «de estar motivado por los logros y en segundos, bajonearse», «de sentir que no hay un más allá», «de creer que ya no pueden más». Eso se llama desesperanza. Y hasta yo la he sentido. ¿Saben? Atender y atender y escuchar y escuchar sin ver evidencias de que algo puede mejorar, claro lo desesperanza a una.

La desesperanza es humana, y no tiene que ver con la ansiedad y suele ser el comienzo de la depresión, pero entonces si todos estamos así en un punto u otro, ¿cómo podríamos ayudarnos unos a todos? Me encantaría decir que la solución es asistir a terapia, claro, si usted puede, hágalo, daño no hace, pero siendo realistas, el acceso a procesos terapéuticos individuales es un privilegio, sin embargo, la salud mental debe sostenerse desde bases comunitarias. Nuestras redes de apoyo, las personas iguales a nosotros, son quienes pueden ayudarnos y tienen un gran poder influenciador unos sobre otros. Es así como compilo algunos aprendizajes comunitarios durante este año de emergencia sanitaria por COVID 19, desde el punto de vista de la salud mental:

  1. Capacítese en primeros auxilios psicológicos o apoyo psicosocial: Hay diversas opciones. Gratuitas o a bajo costo, Webinars, talleres, cursos autoformativos, charlas. Sin importar nuestro puesto de trabajo, o si soy estudiante o adolescente, con solo tener contacto con otras personas, tarde o temprano tendremos que aplicarlos.
  2. Esté dispuesto a escuchar: A veces creemos que apoyar significa dar consejos. Cuando muchas veces solo queremos poder expresar a alguien lo que realmente sentimos. Cuando yo pregunto ¿Cómo está? Espero una respuesta genuina, no el común, bien y ¿usted? No se asusten si alguien les dice que no se siente bien, todas las emociones son necesarias y deben validarse.
  3. Conversemos: Si tenemos una red de apoyo, una tribu, amistades, familiares, colegas de trabajo, deberíamos poder hablar de cómo nos sentimos. Y ahí nos daremos cuenta, que todos, de una u otra forma, nos hemos sentido distintos. Es algo colectivo y global. Sin importar región, edad, escolaridad.
  4. Comparta contenido que aporte: No estoy en contra de las redes (sino, no escribiría esto). Pero así como compartimos memes graciosos, nuestros muros deberían usualmente tener contenidos que aporten con bases científicas desde la salud mental. Yo no soy de leer per se noticias, pero tengo contactos que comparten noticias en temáticas afines, con el filtro de ellos, es que logro acceder a información que me interesa, a veces es información triste, compleja, pero real, ejemplo: sobre violencia, consumo de sustancias adictivas o conducta suicida. A la vez, estas noticias suelen traer enlaces de interés con soluciones, sean proyectos, talleres formativos, líneas de ayuda, etc.
  5. Ejerzamos prácticas de autocuidado: El autocuidado no trata de salir a pasear, hacerse una mascarilla o comprar cosas caras. Trata de prácticas que promuevan nuestra calidad de vida de forma integral, ya sea en la dimensión cognitiva, emocional, física, social y espiritual. Siempre que explico esto, la gente se sorprende. Y ahí es donde vemos la baja educación emocional que hemos recibido.
  6. Acompañe y no estigmatice: En lugar de alejarse cuando una amistad o familiar está pasando por una crisis, acompañe. Motive y refuerce. Si una persona conocida o yo mismo necesito ir al psicólogo, al psiquiatra, tomar medicamentos, estar solo, o más bien, estar acompañado, no juzguemos y mucho menos estigmaticemos.
  7. Siempre límites: Todo lo anterior, con límites. Por eso digo, si todas las personas desde la comunidad podemos ejercer estas acciones, estamos formando una «gran brigada psicosocial comunitaria».
  8. Buscar ayuda en la tribu o red social: Para profundizar en esto pueden leer acá.

Por: Milena Chacón Retana – Voluntaria apasionada

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¡Nacemos, respiramos… y nos movemos!

En realidad desde el vientre nos movemos, como seres humanos, nuestro cuerpo está diseñado para moverse. ¿En qué momento pasamos del movimiento a estar sentados frente a una computadora o acostados todo el día viendo una pantalla?

En la consulta y en conversaciones con colegas, he estado escuchando de parte de consultantes (muchos jóvenes y adolescentes) que se sienten «ansiosos, deprimidos y con dolores de todo». Cuando indagamos su jornada diaria, resulta que no se levantan de la cama, si acaso para comer. Y esto pasa, tanto sean de zonas urbanas o rurales. Es decir, el estilo de vida actual nos tenía atados a una estructura laboral, académica y ahora que esa estructura no está, parece que de forma proactiva no nos movemos.

La salud mental es integral, por lo que a veces, para mejorar el estado de ánimo, disminuir el estrés y manejar la ansiedad, hay mucha evidencia científica que demuestra que la activación conductual, tiene un efecto positivo en nuestra fisiología y por ende, nos sentimos mejor.

Es así como quiero narrar desde mi experiencia personal, con base en lo que la ciencia nos dice y de las historias de las personas, que el ejercicio/actividad física/ movimiento, realmente nos energiza.

En mi caso, no me considero para nada una persona atlética o disciplinada. No me gusta sobreesforzarme, ni tampoco tengo metas vinculadas a lo físico. Pasé muchos años con una carga académica y laboral de alta exigencia y rendimiento, y quizás descuidé bastante mi autocuidado físico. En eso, sucede el contexto de emergencia sanitaria por COVID 19 y me veo mucho tiempo en casa. Vivo en zona urbana, donde no tengo ni 5 centímetros de patio. A pesar de aplicar muchas estrategias de autocuidado emocional, cognitivo y social, me estaba haciendo falta algo. Tenía mucha energía acumulada y ocupaba canalizarla.

Puedo afirmar que en mi caso, el yoga me ha salvado. Quiero aclarar que el yoga es una práctica filosófica/espiritual, más que una mera actividad física. Pero para este post, me voy a concentrar en estos beneficios físicos que espero ustedes puedan encontrar en esa actividad física que los haga conectar con ustedes y la sientan parte de quienes son:

  1. Nuestro cerebro produce unas sustancias llamadas neurotransmisores. Cuando realizamos actividad física de baja intensidad, como el yoga o las caminatas, producimos serotonina y dopamina, conocidas como las hormonas de la felicidad. Si realizamos actividad física de intensidad superior, como el spinning por ejemplo, producimos endorfinas, vinculadas al placer. Muchas veces no tememos consumir drogas (lícitas e ilícitas, porque sí, los fármacos son lícitos) o tomar remedios mágicos, que justo lo que hacen es generar cambios en nuestro cerebro. Pero soy fiel defensora de lograr este balance desde lo natural y voluntario.
  2. La sensación de logro: Si se practica con constancia cualquier actividad física (zumba, pilates, ejercicios funcionales, estiramientos, etc), se avanza. Es real. En yoga siempre se enfatiza que lo importante no es lograr la postura final, sino la actitud y motivación que tenemos durante ese proceso. Y eso se traslada a la vida, creo en cómo lo que se aprende en el mat, se usa fuera: la paciencia, la perseverancia, el intentarlo, el no compararse, el escuchar el cuerpo y respetarse, sin hacerse daño.
  3. La consciencia corporal: ¿No les pasa que se golpean a cada rato con muebles, se les caen cosas o no saben medir su fuerza? Cuando hacemos actividad física tomamos consciencia de nuestra corporalidad, y no me refiero a datos numéricos de medidas o peso, sino de nuestros puntos fuertes o débiles. A veces, luego de una práctica de yoga, en son de broma/verdad digo: «Acabo de descubrir un músculo que no sabía tenía jaja». Al hacer actividad física identificamos también las diferencias, solemos tener un lado fuerte, entonces podemos concentrarnos en buscar ese balance y notar la fuerza de nuestras piernas, brazos, la calidez de nuestro centro, lo largo que llegan nuestras manos o pies cuando los estiramos, o lo capaces que son nuestras extremidades de sostenernos todo el día.
  4. Lo sensorial: Algo de lo que muchos consultantes refieren es que se sienten solos. Que no tienen con quién interactuar. Y claro, la virtualidad por más avances, jamás sustituirá el calor humano. Pues con la actividad física podemos sentir nuestro propio calor. Qué más amoroso que darse un abrazo a sí misma, darse un masaje de espalda al balancearse en una posición de bebé feliz (postura de yoga) o recordar que no debemos hacernos daño, si un día no nos sentimos tan bien, no nos sobreexijamos. Usualmente en la actividad física existen ejercicios/posturas iniciales, intermedias o avanzadas. Nada pasa si un día doy un paso atrás y ejecuto un ejercicio inicial. Eso es ser compasivo con uno mismo y escucharse.
  5. La creatividad y adaptación: Creo que nadie tenía un gym en su casa. Así como las personas debemos adaptarnos, los espacios físicos también. Así como reacomodamos nuestras salas y cuartos para volverlos sets de lives y webinars, reacomodemos el espacio para hacer actividad física. Sea reutilizando, reciclando. A lo importante siempre le damos un espacio en nuestras mentes, corazones y también hay que hacerlo en lo físico. Por eso, si vamos a hacer actividad física en casa, designemos un lugar físico y un espacio temporal. En lo personal, me gusta hacer ejercicio de noche.

Finalmente, la intención. ¿para qué hago actividad física? Por salud, por sentirme bien, por moverme, por probar algo nuevo. La intención sostenida se vuelve motivación y eso es muy personal.

Por: Milena Chacón.

«No puedes controlar lo que ocurre en el exterior, pero siempre puedes controlar lo que hay en tu interior».

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¿La burbuja como ilusión o realidad?

Socialmente, es común escuchar que la familia es la base de la sociedad. Que las familias actuales son disfuncionales (muy común en el ámbito patologizante y académico) y que ya no hay «valores».

Ante el contexto de emergencia sanitaria por COVID 19, nos enfrentamos al desafío de ver nuestra cotidianeidad afectada y vernos a todos bajo el mismo techo si no es que 24/7, pues mucho más tiempo que el que comúnmente estábamos acostumbrados.

Me encanta trabajar con familias, en la universidad nunca se me olvidará que aprendí sobre las danzas de la familia. Hacer sesiones domiciliarias, sentados en los sillones con el perrito a la par, hacer videollamadas y escuchar de fondo a la mamá gritar que ya está la comida o ver en la sala de espera al papá regañando al chiquito, para que cuando entren al consultorio busquen forzadamente abrazarlo para «quedar bien».

A la vez, me encanta leer libros como Márquez o Allende, ¿qué tienen en común? Hablan de familias latinoamericanas. También me gusta ver series, aunque la mayoría son anglosajonas, dando un modelo familiar algo distinto.

El punto es: sea la familia de la televisión, la de Allende o la que veo en mis sesiones, todas tienen algo en común: No son perfectas para nada. Son complejas, llenas de rituales, tradiciones, de afectos, de metas, sueños, de crisis, pero al final del día, claro que son nuestra base: son nuestro primer gran laboratorio para aprender de todo (sea que debamos seguirlo o reaprenderlo), cómo nos comunicamos, cómo resolvemos conflictos, cómo mostramos afecto, cómo nos apoyamos, cómo mostramos desacuerdo, cómo nos levantamos de las caídas, son muestra de amor incondicional.

Claro está, hay familias donde la dinámica de violencia y maltrato es tan crónica, diaria y normalizada, que el amor ha sido mermado, pero no quiero hablar hoy de estas familias, me refiero a la suya, a la mía y a la del vecino, las familias comunes y silvestres.

Es así como en esta pandemia puede que hayamos sentido la presión de ser «esa gran burbuja feliz«, saliendo a pasear juntos y sonrientes, jugando juegos de mesa en las noches y haciendo los oficios cual manufactura de fábrica sincronizada por normas de calidad.

Es decir, no hay familias disfuncionales. Siempre digo en mi consulta: ustedes tienen conflictos o diferencias porque conviven juntos. En la convivencia se conversa, se comparte espacio físico, se manifiestan sueños, hay encontronazos, roces, y lo que debemos es aprender estrategias. Muchas veces las aprendemos de forma natural y sin darnos cuenta. En otras, nos perdemos y ocupamos intervenciones externas.

Es así como para promover la convivencia familiar en el contexto actual y futuro, considero oportuno algunas ideas que he recopilado de las familias que todos los días me enseñar a ser familia y sobre la aceptación y amor en crisis:

1-Ser familia no es andar pegados: Cada quien debe tener su espacio vital. Y no me refiero a tener un cuarto propio. Me refiero a respetar el hobbie individual, a respetar el momento de descanso o respetar el espacio para conectar con alguien externo.

2-Ser familia es tener rituales propios: Si nos gusta ver películas juntos, genial. Si nos gusta arreglar el patio juntos, genial. Si nos gusta sentarnos en el sillón a contar chistes o cantar karaoke, perfecto. Creo fielmente en que los tiempos de comida son la mejor forma para compartir (aunque cada uno coma algo distinto). Pero cada ritual es propio y personal. No forcemos a compartir religiones, a compartir hobbies o a compartir horarios rígidos, el ritual debe fluir.

3-Ser familia es expresarse afecto: Muchos extrañan no poder abrazarse. Como anécdota personal, en mi caso, ni he sentido la diferencia. En mi familia, nuestro lenguaje de amor principal son los actos de servicio, el tiempo de calidad y los regalos. Si en su familia el lenguaje principal era el contacto físico positivo, intenten explorar los otros. Es una sustitución temporal, no para siempre. En las crisis debemos adaptarnos.

4-Las familias son entes vivos por sí solos, pero conformados por individuos: Esto significa desde la empatía, entender que cada integrante de la familia está pasando por su propia crisis de adaptación, cada uno ha tenido pérdidas y ganancias. A esto se le suman las crisis del desarrollo (el hijo adolescente, el padre que se pensiona, la hija que se casa, etc). Y la crisis como familia que forma parte de una comunidad y país. Es difícil, pero ahora más que nunca, la paciencia, empatía y tolerancia, son las mejores formas de salir de estar ensimismado. Si pienso en el otro, créanme los problemas personales son más ligeros.

5-Celebren: No pretendo con esto promover incumplimiento de medidas, para nada. Solo que he notado que estos meses, si hay cumpleaños, graduaciones o aniversarios, los han dejado pasar. La vida se celebra y si puede se celebra cada mes. No hablo de invertir dinero o salir de paseo a hoteles caros. Hablo de esos rituales hogareños. En la historia, a pesar de grandes crisis como las Guerras, nunca hemos dejado de celebrar: comamos, bailemos, tomemos fotos, compartamos. La ternura y alegría son parte de la resiliencia, la gran capacidad que tenemos las personas de sobreponernos a la adversidad, aprender de nuestras habilidades puestas al límite y de contar con un repertorio de estrategias mayor.

Por: Milena Chacón Retana.

«El único cambio imposible de realizar, es el que uno mismo no quiere hacer«

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Mi tribu como escudo de protección social en tiempos de distanciamiento

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Algunas personas le llaman familia de vida, los compas o la pandilla. Yo le llamo tribu.

Tengo diez años de trabajar en el sistema de protección a la niñez y conocí este término a través de los siguientes proverbios africanos muy usados en nuestro ámbito: «Para criar a un niño se necesita una tribu» y «El niño que no sea abrazado por su tribu, cuando sea adulto quemará la aldea para poder sentir su calor«.

Para mí la tribu, son esas personas que a través de la vida se van conociendo y con quienes se establecen conexiones humanas, genuinas, recíprocas, equitativas y transparentes. Lo que comúnmente llamamos «Las amistades». Fielmente creo que todas las personas requerimos nuestra tribu, no solo las niñas y niños. En mi caso, me siento afortunada en abundancia, mi tribu va desde personas que conozco desde hace veinticinco años hasta personas que en seis meses ya forman parte de ella.

Desde los términos técnicos, la tribu son las redes de apoyo.  Sean estas personas, grupos recreativos, voluntarios, espirituales, comunitarios o miembros de la familia, que son significativos. Son esas personas o grupos donde vamos cuando nos sentimos mal, a quienes pedimos consejo/ayuda, con quienes nos reímos, con quienes compartimos motivaciones. Y cada vínculo es distinto, con una historia de cómo comenzó, de los conflictos y diferencias que se tienen, porque es lo común en una relación al haber dos personas que piensan diferente, pero también de eso que se aprende del otro, justo en esa experiencia relacional. 

Llevamos cinco meses de aislamiento o distanciamiento. Y al comienzo se enfatizó mucho de hablar de distanciamiento físico, y no social. Sin embargo, el reto es: ¿cómo mantener ese vínculo si la manera en la que compartíamos era con tiempo de calidad, actividades conjuntas y contacto físico? Realmente creo que ese ha sido uno de los mayores retos para la mayoría de personas, desde los que solían siempre estar en grupos hasta quienes preferían un café de uno a uno. Sea como sea, ambas experiencias tienen en común estar en cercanía con el otro, ver sus gestos, la totalidad de su corporalidad, escuchar su voz, reírse, y compartir un tiempo/espacio conjunto. Y aunque las tecnologías han avanzado mucho, y claro que nos ayudan a mantenernos en contacto con nuestras amistades del extranjero o en el cotidiano, no se puede equiparar a esa conexión presencial que genera la cercanía humana.

En mi experiencia personal y profesional durante esta pandemia, he identificado como uno de los elementos de carencia mayor esa conexión humana. Quizás de previo ya mi red de apoyo estaba debilitada o era frágil, y este distanciamiento generó ruptura. O quizás de mi parte tendía más a recibir y no aportar de forma recíproca en esa relación y este distanciamiento ha generado «enfriamiento» del vínculo. O puede que sí tuviera esa gran red, pero la forma de expresarnos afecto (por ejemplo en actividades festivas), es justo la que las autoridades nos dice que está prohibido por el momento.

Puede que algunos piensen: ¿Pero esto no es importante? Lo que genera preocupación es la economía, la cobertura de necesidades básicas y la salud. Pero si revisamos la pirámide de necesidades de Maslow, es cierto que los primeros dos eslabones hacen referencia a las necesidades fisiológicas y de seguridad, pero la tercera es la afiliación, el sentido de pertenencia. Y por ello, no podemos minimizar, ya que no hay una afectación mayor o menor, cada quien vivencia sus crisis de forma distinta. Pero si se hace un repaso básico de periodos de crisis y emergencia en la historia, lo que más moviliza a las personas a seguir en medio del caos es sentirse acompañado, aunque sea en silencio; es sentirse parte de algo, aunque sea de forma temporal. Y es por ello que las repercusiones de una red debilitada, de una tribu distanciada o de la inexistencia de la misma, podrían poner en riesgo la vida. Se habla de que las primeras secuelas de la pandemia son las físicas, seguidas por las económicas y sociales, y en tercer lugar, las emocionales y a la salud mental.

Pero entonces, ¿si yo soy una persona común que quizás me estoy sintiendo así como lo he descrito previamente o quizás noto que alguna de mis amistades se siente así, qué puedo hacer? Bueno, ese es el poder de las tribus, funcionan desde la autogestión y de valores humanos básicos de solidaridad, lealtad y protección. Por ende, mi propuesta es que entre todas y todos podamos fortalecer nuestro escudo social de protección a través de nuestra tribu:

  1. Palabras afirmativas: ¿Alguna vez han escrito una carta a mano a alguien? Háganlo. Es de mis experiencias favoritas. Si no pueden entregarla en persona, toman una foto y la envían. La intención es distinta a que si enviamos un laargo mensaje de whatsapp.
  2. Saludar: ¿Por qué debo esperar a que sean los otros los que me llaman o escriben? Sea un audio, una llamada o un mensaje de saludo/reporte. «Hey acá estoy. Esta semana me cambiaron el horario laboral. Comencé el proyecto de una huerta. Los mejores deseos para vos y tu familia». Las relaciones son equitativas y complementarias, a veces debemos hacer depósitos emocionales extra por nuestra cuenta, ya sea porque el otro ahorita la está pasando muy mal o al creer lo mismo que yo, que no debo tener la iniciativa, ambos permanecemos aislados.
  3. Regalos: En lo personal los amo. Y no me refiero a cuestiones costosas. Son esos detalles de buscar algo que me recuerde a esa persona, que cuando lo abrazo, siento las vibras que la otra persona me emite. Puede ser una plantita, un postre que cociné o una manualidad que yo misma elaboré. La enviamos por correo si estamos lejos y asunto resuelto.
  4. Tiempo de calidad: Creo que esto es lo más difícil de hacer ahorita. Compartir el mismo videojuego, leer a la vez el mismo libro e ir comentando lo que nos hace sentir, recomendarnos una serie e irla viendo, ver en netflix party la misma peli. En eso creo que el arte es poderoso, compartir ambos el arte y expresar lo que nos recuerda y siente, es generar conexión.
  5. Actos de servicio: Ahora más que nunca debemos ayudarnos. En cinco meses, he visto al vecino regalarnos la lechuga que cultivó en su patio. A la vecina hacerle la gestión de los medicamentos vía web porque la familia de al lado no sabe cómo usar el sitio web. Pasarle ofertas laborales al compa que está desempleado. Practicar en sesiones virtuales inglés, porque no podemos pagar clases. Todas las personas tenemos talentos, es solo ponerlos al servicio de los demás. Guardados y escondidos no sirven de nada.
  6. Y si no tengo red: No tema en buscar ayuda profesional. Llame a las líneas de ayuda. Escriba en el chat de consejería. Consulte si en su empresa/lugar de estudio/comunidad qué servicios psicosociales hay. Hace poco conocí la historia de una familia en condición de refugio. Sin nexos en este país. Es nuestro deber ayudarles a integrarse, no excluirlos. Si para este momento su red no es individual, pues se la conformaremos a nivel institucional. A veces ocupamos muletas temporales para luego volver a correr como antes e incluso mejor.

Por Milena Chacón Retana. 

«Tú debes ser el cambio que quieres ver en el mundo – Ghandi»

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¿El mundo se detuvo… o simplemente se redireccionó?

Tengo un montón de no escribir, pero ha llegado el momento de volver a los lugares donde uno aprendió a amar la vida. Y les puedo asegurar que a los 6 años que aprendí a leer y escribir, ese fue un evento histórico en mi vida. Así que acá vamos!

Estamos en Junio 2020, y ante la situación actual de aislamiento, restricciones y «nueva normalidad», debemos entender todo este proceso como un gran duelo. A veces las personas creen que el duelo solo tiene que ver con fallecimientos, y en realidad son pérdidas, y ahorita estamos ante pérdidas masivas cotidianas: duelamos el no poder cafetear, duelamos no llevar a nuestros hijos al parque, duelamos no salir con los compas luego de las clases de la U, duelamos no poder mejenguear, duelamos no poder comer cerca de nuestros compañeros de trabajo y así la lista es enorme. Cada uno de esos duelos hay que reconocerlos. Así que piensen, ¿cómo he duelado? ¿Qué he hecho? ¿Cómo me he sentido? En el corre corre y a pesar de que tenemos «más tiempo», creo que seguimos desconectados de lo que realmente sentimos, porque lo desconocemos y lo que desconocemos, nos suele generar miedo.

Para este post quiero centrarme en un duelo en específico: nuestras metas del 2020. Tanto en conversas con amistades, en teleconsultas telefónicas con mamás y papás, en videollamadas con pacientes adolescentes y jóvenes, he escuchado un discurso común: «este año no podré hacer lo que quería hacer», «todo se vino abajo», «el mundo se detuvo», «ahora tendré que esperarme no sé cuánto». Ustedes pueden completar con más frases.

No pretendo ser ilusa, comprendo que muchas de estas situaciones tienen un sentido de realidad, vinculado a la situación económica.

Sin embargo, desde el sentido de vida, desde el sentido de trascendencia, desde nuestras motivaciones humanas, las metas y sueños son las que nos inspiran día con día. Nuestras intenciones diarias deberían ir alineadas a estas metas y sueños, a estas visiones. Por lo que sin querer caer en el enfoque de la productividad, hablo de mantener la esperanza, porque saben? Más que ansiedad en las personas, creo que  actualmente podríamos exponernos sin darnos cuenta a una sensación de desesperanza en un abrir y cerrar de ojos. Es por ello que con base en las increíbles historias que escucho día con día de mis pacientes, en las increíbles historias que leo de mis amistades y con base en mi experiencia personal, creo que más que desechar nuestras metas, podemos redireccionarlas de la siguiente forma:

  1. Bajemos expectativas: No tiene nada de malo! Si este año pensaba ampliar mi negocio. Pues la meta es mantenerlo.
  2. Seamos creativos: Este año quería estudiar, pero no tengo dinero. Busquemos cursos gratuitos virtuales. Existen!!
  3. Comencemos con ese hobbie que siempre hemos querido pero quizás «no teníamos tiempo» y que ojalá no requiera una gran inversión de dinero: aprender a cocinar (capaz comienzan a vender postres), aprender a bailar (para que cuando podamos volver a una fiesta, disfrutemos de una nueva manera), leerse el libro grueso que siempre hemos querido y en OTROOO idioma ojalá! (muy retador), etc. No hablo de productividad, hablo de tener este espacio de autocuidado personal, el arte es nuestro mejor aliado para promover esperanza.
  4. Conversemos genuinamente unos con otros: Cuántos de ustedes hablan con sus amistades y familiares y pregunta cómo están? cómo se sienten? esperando una respuesta real y genuina y no un simple Todo bien! Ahora más que nunca debemos conectar desde el alma. Y esto puede incluir hablar de nuestros sueños. Solo hablarlos, los mantiene vivos.
  5.  Reconozcamos nuestros recursos: En tiempos de crisis, la historia humana nos ha enseñado que las personas podemos dar hasta lo que no tenemos o pensamos no sabíamos. Yo cada día me impresiono de las niñas y niños, han hablado con ellos? Si no tienen niños cerca, háganlo! Se han adaptado en tiempo récord a ver a sus compañeritos y niña a través de una pantalla. Se han adaptado a jugar dentro de casa (con su gran imaginación!), Se han adaptado a que por alguna razón, los adultos ni siquiera los dejan tocar la acera sin asustarse. Se han adaptado, a no ver a la abuelita de cerca. Y alguien les pregunta cómo lo han logrado? Por qué lo hacen? Qué creen que pasa? Saquen chance para hablar con niñas y niños y entenderán que así como ellos tienen recursos inimaginables, nosotras las personas adultas también, y esto nos ayudará a redireccionar nuestras metas.

 

«La vida nunca se vuelve insoportable por las circunstancias, sino sólo por falta de significado y propósito – Viktor Frankl»

 

Por: Milena Chacón Retana.

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¿Cómo apoyar a una persona en duelo?

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Gracias a los medios de comunicación, el fácil acceso a literatura y redes sociales, la mayoría de personas saben que cuando una persona significativa fallece, perdemos una pareja o nuestro trabajo, entramos en un proceso de duelo.

La mayoría de personas esperan que el duelo se manifieste con llanto, enojo, aislamiento y un aire de «tristeza».

Sin embargo, en mi experiencia, lo que nos han explicado pocas veces es cómo acompañar a un persona en duelo. Seamos familiares, amistades, compañeros de trabajo o vecinos, en el momento menos esperado una persona nos llama, envía un mensaje o nos damos cuenta de su pérdida, y no sabemos qué hacer.

¿Cómo apoyar?

  1. La pérdida del otro me refleja mis pérdidas: Es inmediato que cuando escuchamos de una pérdida, se nos viene a la mente nuestras propias pérdidas. Y eso es común. Solemos asustarnos porque pensamos «ya lo habíamos superado», cuando superar, no es lo mismo que olvidar. Por lo que es importante tomarnos el rato de pensar y honrar nuestras propias pérdidas, para así estar en la mejor disposición de apoyar al otro.
  2. ¿Qué no preguntar?: No es necesario saber cómo fue la pérdida, si fue una enfermedad o un accidente. Esa es una necesidad nuestra y de la prensa, no de la persona en duelo. No es necesario saber qué rituales de honra se van a realizar, eso es decisión de cada persona y familia en duelo. No es necesario saber cómo se ve la persona. Apoyar no es preguntar ni interrogar. 
  3. ¿Qué decir?: Esta es la pregunta del millón. Desde mi experiencia, las personas en duelo agradecen cuando otra persona les explica sobre trámites y los apoya en esto. Consejos de este tipo son de gran apoyo. Después de ahí, lo que agradecen son los silencios, los abrazos, el sentarse a la par, un vaso con agua, una fruta (ya que quizás no han comido), etc. No es cuestión de decir nada, no es cuestión de decir «sé valiente», «lo lograrás», etc. Las personas en duelo desean calma, silencio a lo externo, ya que interiormente, sienten un cúmulo de emociones, que no saben explicar y es difícil prestar atención a los estímulos externos. Y es aquí donde se nos dificulta más, porque no nos enseñan el valor del silencio, estar en silencio nos angustia.
  4. Validar emociones: Esta es otra de las cuestiones complejas. Validar emociones es estar sentado a la par, sabiendo que la persona llora, y no correr a darle un pañuelo para que deje de llorar. Validar emociones es acompañar a la persona a un cuarto solo y ver cómo se enoja, sin decirle que no debería estar así. Validar emociones es evitar decir «yo sé cómo te sientes» (porque no lo sabemos).
  5. Acompañar a las niñas y niños: En los procesos de duelo solemos olvidar a las niñas y niños, porque creemos que «no saben lo que pasa» y es todo lo contrario. Es a través de experiencias como estas, que podemos educar emocionalmente a las niñas y niños. Explicándoles lo que pasa, respondiendo sus preguntas, observando sus conductas e incorporándolos a los distintos rituales.

Si tiene alguna duda, comentario o desea asesoría profesional en el tema, no dude en contactarnos.

Milena Chacón Retana – Psicóloga/ Código: 7575/ framchar5@gmail.com

 

 

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La primera ayuda psicológica: Una herramienta práctica al alcance de todas las personas

Este 2016, el 10 de octubre, se celebró el Día Mundial de la Salud Mental, y la Organización Mundial de la Salud estableció como tema, «La Primera Ayuda Psicológica«.

A pesar de ser una herramienta práctica y básica de conocimiento para todas las personas que trabajamos con personas, es poco conocida y en ocasiones, se tienen mitos como:

«Solo un profesional la puede aplicar«/ Falso: Cualquier persona capacitada la puede aplicar.

«Se centra solo en lo emocional«/ Falso: Es un apoyo psicosocial integral, donde incluso, se debe observar el estado físico.

«Solo se puede aplicar en situaciones de desastres naturales«/ Falso: Se puede aplicar a nivel individual o en comunidades, en situaciones de emergencia, en crisis cotidianas o en conflictos.

«Es dar terapia«/ Falso: Es una primera ayuda, de ahí se puede establecer si la persona requiere otro tipo de apoyos y se brinda información para que reciba ayuda terapéutica.

«Es dar consejos«/ Falso: Es escuchar a la persona y ayudarla a buscar por sí misma las soluciones inmediatas a sus necesidad inmediatas.

«El objetivo es resolver el problema«/ Falso: El objetivo es que la persona retome el control de sus pensamientos, sentimientos y comportamientos, para que pueda seguir enfrentando las situaciones de su vida.

«Las crisis siempre son negativas«/ Falso: Las crisis son cambios, que brindan la oportunidad de adquirir nuevos recursos y aprender de ellas, por lo que pueden ser positivas.

En un reciente proceso de capacitación sobre Primeros Auxilios Psicológicos llevado a cabo por Cruz Roja Costarricense con un equipo de voluntariado de Aldeas Infantiles SOS Costa Rica, estas fueron algunas de las frases destacadas por las personas participantes:

«Aprendí que la crisis es un cambio que nos puede marcar positivamente también, que no siempre será negativo» – Xiomara Vargas Mora

«Un punto importante que puedo rescatar es el abandono por completo del concepto que los primeros auxilios psicológicos solamente pueden ser implementados por Psicólogos» – Grethel Camacho Méndez (Trabajadora Social)

«En mi caso por el tipo de carrera que estudié, un tema como este no se menciona, porque se hace pensar que solo para carreras de ciencias sociales, sin tener conocimiento que se puede aplicar también en el ámbito laboral, porque también se dan situaciones, por ejemplo en los accidentes de trabajo solo se atiende lo sucedido (…) solo para manejar trabajo en equipo…» – Gabriela Mata López (Ingeniera Industrial)

«Lo que más me impactó son las muchas situaciones que puede pasar un joven y las maneras en las que se puede actuar. Junto con las fases de las crisis, porque creí que era solo una y ya, que «entré en crisis» – Yuleicy Mora Gómez

«Pienso que sería bueno que todas las personas conozcan sobre estos temas, ya que las crisis y las emergencias se presentan en cualquier momento y en cualquier lugar; y teniendo conocimiento se logra una mejor intervención» – Sueyni Quesada Sanabria

«Es de suma importancia poder identificar cuáles son los síntomas o expresiones, los cuales indican que una persona requiere la intervención. Esto porque nadie actúa ni asimila las cosas de la misma manera, no es una labor sencilla, debido a que no se sabe cuál va a ser la reacción de las personas» – Yerny Dittel Rodríguez (Trabajadora Social)

«Es valioso también reconocerme como persona y profesional que necesita cuidar su salud mental, para sentirme y ejercer de la mejor forma» – Sofía Gutiérrez (Socióloga)

Si tiene alguna duda, comentario o desea asesoría profesional en el tema, no dude en contactarnos.

Milena Chacón Retana – Psicóloga/ Código: 7575/ framchar5@gmail.com

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Género en Terapia

dreamstime_xl_29690676En la consulta psicológica con personas adultas jóvenes y en mediana edad me he dado cuenta de la diferencia que se observan en las demandas y discursos de mujeres y hombres.

Y es aquí donde como terapeutas, debemos tener en cuenta los roles de género y cómo estos impactan en la manera que mujeres y hombres expresan sus emociones, resuelven los conflictos, elaboran las pérdidas, establecen relaciones interpersonales, asumen la maternidad o paternidad, entre otros.

El rol de género se refiere al conjunto de normas sociales y comportamentales generalmente percibidas como apropiadas para los hombres y las mujeres en un grupo o sistema social dado en función de la construcción social que se tiene de la masculinidad y femineidad. Lo importante es entender que es algo social y cultural, que no es biológico, ni genético y por ende, puede transformarse.

Dentro de los mitos que he logrado derribar desde mi experiencia se encuentra el de que los hombres no asisten a consulta, ya que una gran parte de la población que atiendo son hombres que a través de masculinidades diversas luchan contra los estigmas que les impiden expresar sus emociones, llorar, duelar, sentirse mal.

En el caso de las mujeres, el espacio terapéutico se convierte en un espacio para empoderarlas a nivel individual, asumir responsabilidad de sí mismas y por una hora, alejarse del cuidado de otras personas, ya que en un comienzo, sus narraciones se centran en otros.

Y es así, como un espacio terapéutico, también debe ser un espacio de transformación social y de contribución a disminuir las brechas por género existentes en la actualidad.

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Milena Chacón Retana – Psicóloga/ Código: 7575/ framchar5@gmail.com

 

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5to Aniversario

5to

 

Milena Chacón Retana  – Psicóloga. Código 7575

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